El cáncer anal es un tumor raro con una incidencia que ha ido en aumento en los últimos 25 años. Alguna vez se pensó que la enfermedad se desarrollaría como resultado de una angustia crónica, pero ahora se sabe que no es así. Se han identificado múltiples factores de riesgo, incluida la infección por el virus del papiloma humano (VPH), las relaciones sexuales anorreceptivas, el tabaquismo y la inmunosupresión. La infección por VIH también está asociada con el cáncer anal; existe una mayor incidencia en pacientes con VIH, pero la relación directa entre el VIH y el cáncer anal ha sido difícil de separar de la prevalencia del VPH en esta población. La infección por VIH también está asociada con el cáncer anal; hay un número creciente de pacientes seropositivos a los que se les diagnostica la enfermedad. El tratamiento del cáncer anal antes de la década de 1970 perforó la resección abdominoperineal, pero el estándar de atención ahora es la quimiorradioterapia concurrente, con la cirugía reservada para aquellos pacientes con enfermedad residual. (Uronis, 2007)
La infección por el virus del papiloma humano (VPH) es la causa del cáncer anal de células escamosas (ASCC) en el 80% de los casos. (Schim van der Loeff MF, 2014) Actualmente se utilizan varios métodos para detectar el VPH y el cáncer relacionado con el VPH: inspección visual y eliminación de verrugas anogenitales; exámenes de citología anal (pruebas de Papanicolaou anales) para identificar tipos de VPH y/o para detectar signos tempranos de precursores de cáncer o displasia: exámenes anorrectales digitales (dare) para identificar masas anormales; y anoscopia de alta resolución (hra) para detectar lesiones de alto grado (Leeds IL, 2016).